uno camina como quien solo tiene eso por meta
y, solo después de redondear las aristas, de limar las caras ásperas,
se logra dar cuenta de lo que dejó en los pasos sobre la acera
No hay mañana sin una lágrima temblorosa
que lucha por salir de los ojos, así como uno lucha por apagar la mecha
pero explota el cielo sin medir las consecuencias
después de todo, los muertos también cuentan.
Y las calles, los hoteles y los parques
se quedan solos, sin nadie que los atienda
lloran también a las penas de cuerpos desgarrados
que solo se mantienen en pie unidos por las venas
Las ventanas que miran a la calle
desde lo alto ven como las sombras se alejan
y se disipan a la velocidad que el sol cae en el horizonte
mientras su luz entre las nubes se quiebra.
Y tus últimas palabras, resonando en mi cabeza.
Después de todo, no es más que un final cualquiera
la antesala de un adiós que se pospuso
porque antes de dejarte ir, ya esperaba que no volvieras.